sábado, septiembre 27, 2008

Roble, Pellin, Hualle y bombarderos


Hace varios días soñé que andábamos caminando por un campo donde había grandes praderas y hermosos y fuertes árboles, robles eran porque les tirábamos piedras y movíamos sus ramas para que cayeran esos frutos silvestres, las pinatras, los digueñes. De pronto, nadie sabe la razón, aparecen unos aviones, tipo bombarderos de última generación que vienen directo hacia nosotros. Los vemos desde lejos y a pesar de su velocidad logramos comentar que son los que recién compró el gobierno.

De lejos se ven pequeños, pero su sonido es ensordecedor. Y para gran sorpresa de nosotros, de cerca también se ven pequeños, son pequeñísimos, no miden más de un metro de largo, pero tienen toda la tecnología de los que hemos visto por la TV.

De pronto alguien dice: “envolémoles la perdiz”,. Tal como lo hacíamos cuando recorríamos las pampas del sur y comenzábamos a hacer círculos en el aire con una varilla cuando de pronto nos sorprendía el vuelo desesperado de una perdiz, esa gallina silvestre que habita los campos del sur.

Las abuelas nos habían enseñado que cuando aparecía una perdiz debíamos hacer eso y la pobre ave detendría su vuelo, mirando el círculo imaginario, se mariaría y caería al suelo. Momento exacto entonces en que podríamos atraparla.

Lo hicimos y los minibombarderos se estrellaron estrepitosamente contra el suelo. Pero ahí comenzó la represalia.

De pronto vimos que venían soldados, también pequeños, pero que crecían solo para arriba infundiendo miedo, pero no crecían para el lado… Avanzaban y avanzaban mientras nosotros seguíamos con nuestras varillas y nuestros digueñes.

¡¡¡Estos no crecen para el lado!! Grito alegre uno de nosotros. "Así que bailemos,,,, a ver si bailan…"

Pues no bailaron, intentaron hacerlo pero se caían… Solo se movían como acordeón hacia arriba, donde podían mantener el equilibrio, pero cuando trataban de ampliarse horizontalmente se derrumbaban.

“Ven, miren, solo saben crecer hacia arriba” consensuamos felices todos, mientras bailábamos cumbias, corridos mejicanos, rock en medio de los grandes hualles.

Luego me acuerdo que desperté, era un día de mediados de septiembre y los militares marchaban en los parques y calles…

(foto de fondo: http://picasaweb.google.com/GermanHevia
intervenida con los f-16)

domingo, septiembre 07, 2008

CEREZAS, SE ACABÓ LA GUERRA


Soñé que había dos árboles cargados de cerezas. Uno era un árbol que sus dueños dijeron que esperaban vender todos los frutos y que entonces no podíamos sacar cerezas. El otro árbol era de mi tía que dijo que todo aquel que le ayudara a cosechar podría comer todas las cerezas que quisiera. Era un gran árbol de cerezas corazón de paloma. Grandes y deliciosas cerezas. Llegó un montón de gente y los niños se encaramaban por las ramas más débiles para alcanzar los ganchos más extremos cargados con el delicioso fruto. Todos comimos. Era una atardecer de diciembre y la gente se encontraba alrededor del árbol donde todos tenían los mismos derechos de cantidades de cerezas y palabras.

Cuando terminamos nos fuimos viendo el árbol todavía lleno de cerezas. En ese momento alguien dijo, “a la señora ahí todavía le queda para hacer mermeladas, deliciosos kuchenes y más que algún brebaje”.

Luego, un niño con las manos, la boca y la cara manchadas de cereza dijo, “Escuche que se había terminado la guerra”, todos lo miramos y nos quedamos en un gran estado de silencio y paz.

Fue un sueño feliz, fue un día feliz.

sábado, septiembre 06, 2008

NÁUFRAGO EN AGUA Y TIERRA

Dos noches seguidas soñé que era un náufrago. Primero en medio de un gran lago que se había formado luego de un gigantesco temporal con impresionantes desbordes de ríos. La otra era en un mar austral en medio de canales. En los dos sueños las aguas eran calmas y cristalinas, pero tenían corrientes que era necesario atender.

En la primera ocasión iba con una mujer y decidimos nadar a la orilla de una especie de isla. “Ahí quizás encontremos ropa seca y comida, y tal vez podamos encender un fuego decente” le dije. Las corrientes amenazaban nuestro objetivo y yo pensaba en la posibilidad de morir de hipotermia, pero no se lo decía a mi compañera de penurias y me daba ánimo razonando que eso no ocurriría porque la orilla estaba cerca y de vez en cuando el sol pegaba fuerte.

En el segundo sueño íbamos con un amigo arriba de unas frágiles balsas y las corrientes nos tenían a su merced. El paisaje era helado y patagónico, pero de pronto una de las corrientes nos llevaba a una orilla desde donde se veía un bosque casi tropical. No recuerdo mucho.

Eran sueños uno tras otro.

Después pasaba a otro sueño en que se supone íbamos a un recital donde tocarían la “nueva canción de la muerte”. No sabía quién tocaría pero todos comentaban que iban a cantar esa canción. Creo que tuvimos que cruzar por un puente y llagábamos a una comuna periférica, o cerca del aeropuerto. Luego estaba dentro de una casa donde una niña me ofrecía fumar y fumar marihuana. Yo no conocía a nadie, era ya de noche y yo tenía que volver. Preferí entonces no seguir avanzando a ir a escuchar la “nueva canción de la muerte”. Todos estaban locos por escucharla pero yo ya no.

Salí de esa casa entonces y no sabía ni donde estaba, y camine por calles deshabitadas y al primero que encontré le pregunte donde tomar locomoción para volver al centro de la ciudad. Así que camine en la dirección indicada y por suerte había gente todavía que esperaba algún móvil.
Desperté cuando por la ventana iba viendo las calles cada vez más iluminadas.
Desperté con una tremenda nostalgia…