miércoles, febrero 02, 2011

Sueño cinematográfico con música de Neil Young



Tuve un sueño maravilloso, con final feliz y todo, totalmente cinematográfico, era un Western. Terminaba con la siguiente imágen: del cielo llovían cabritas, o palomitas, o como le dicen ahora, Popkorn, mientras los niños campesinos las recogían encantados. Luego, como era un sueño fílmico, la pantalla onírica se fundía a negro con letras de despedida con una antigüa tipografía, que era un poema del "justo" que había huído y escribía un agradecimiento para quién creyó en él.

Los hechos ocurrían en el Far-West, esa era la estética cinematográfica. La historia era de alguién a quién culpan de algo que nó cometió. Entonces escapa de la hacienda y del pequeño poblado, porque sus acusadores inmediatamente le pusieron precio a su cabeza y desde diversos lugares comenzaba una interesada y masiva cacería humana.

Él se esconde entre el bosque, los matorrales y la pampa, mientras las balas pasan silbando sobre su cabeza. Hay miedo, desesperación, soledad y angustia. No se por qué razón, el buscado vuelve a la hacienda donde habían ocurrido los hechos primarios y un anciano que también preparaba su arma para la persecusión lo escucha, le cree y le ayuda.

Parece que el protagonista vuelve a la estancia a buscar a su mujer. El anciano lo oculta y lo ayuda a huir en medio de peligros que solo se ven en las películas que tienen buen director, buena musica, buena fotografía y un guión inteligente.

El sueño continúa en medio de toda la estética de pistoleros rurales. El anciano conversa con varios cazarecompensas. Charla con uno en especial y su preciosa mujer semidesnuda. Le regaña que no se merece tal hembra y que su codicia es infantil. Les anuncia la grandeza del perseguido y la pena de éste por no poder volver a su lugar de origen, por no poder ver a su gente y al territorio donde siempre ha vivido. Esta conversación ocurre mientas afuera, el perseguido solo puede acercarse a la hacienda por el aire, y es desde el aire donde deja caer las masiva lluvia de cabritas confitadas para los niños del lugar.

El sueño termina con las letras de despedida. Son las seis de la mañana del 2 de febrero de 2011 en Santiago de Chile y me despierto para retomar la natación.